I.- Un balance signado por el desencuentro

El desencuentro llega a su fin, por lo menos con esta gestión. Los últimos 8 años han sido un continuo hurgar en las heridas, agrandándolas. La irreductibilidad del que manda expulsó a casi 100.000 productores de la actividad, los que pudieron emigraron a otro país exportando todo el capital de conocimiento sin que el país obtenga un beneficio. Hoy el escenario agrícola muestra un panorama bastante desolador: las economías regionales se encuentran en una crisis superlativa, se verifica un importante retroceso de cultivos estratégicos para el consumo interno, se profundiza el declive en la aplicación de tecnología en insumos por su inviabilidad económica. Los productores están en pie de lucha nuevamente, sin embargo, la falta de diálogo y los oídos sordos siguen con una excelente salud en su aplicación. La tozudez ha ganado. El país ha perdido.

II. – Una venganza que se travistió en fundamento ideológico

En 2008 fue el corte. La crisis. Diputados la aprobó. En Senado hubo empate: su Presidente, Cobos, desempató votando en forma negativa. La resolución 125/08 no prosperó. No iba a ser gratis para el sector. ¿Cómo es posible que un sector económico como el agropecuario haya sido señalado como objeto de pelea cuando representa uno de los sectores más dinámicos, importantes y representativos de nuestro país? ¿Cómo es posible que no se reconozca que el país recibió un extraordinario ingreso de divisas como resultado de la capacitación y el grado de tecnología alcanzado por el sector? ¿Cómo es posible que aún se asocie a los productores con la oligarquía del siglo pasado cuando el productor actual es un actor que es hijo, nieto o bisnieto de las luchas y de las conquistas de los arrendatarios del siglo pasado? Basta sólo ver la serie histórica de mapas catastrales de muchos municipios de la Pampa Húmeda para persuadirse que las sucesivas divisiones de la tierra han sido la oferta de tierra para el arrendamiento a productores urgidos por una mayor escala de producción. ¿Cómo es posible que una votación perdida en el ámbito del Congreso de la Nación haya generado tanta ira, incluso hasta perjudicar a la Nación misma?

III. – Oportunidad perdida

Habría que remontarse a los inicios del siglo pasado o el final de la 2da. Guerra Mundial para encontrar condiciones externas de mercado excepcionales para Argentina. En el primer caso permitió ubicar a la Argentina entre los países más prósperos de la tierra. En el segundo caso permitió la consolidación de la industria y la emergencia de una nueva y poderosa clase media que vino a enriquecer la ya existente generada en el primer período.

En los últimos 10 años se presentó nuevamente el escenario externo favorable para los productos agrícolas pero, lejos de capitalizarse proactivamente para el sector y la sociedad, el clima se caracterizó por un enfrentamiento entre gobierno y sector como nunca había ocurrido antes y, los recursos extraordinarios no contribuyeron claramente ni al desarrollo del país ni a la promoción de la población. Como si fuera una confirmación del equivoco rumbo de la política agropecuaria Argentina, prácticamente todos los países de la región nos han superado.

IV. – La esperanza

Las promesas de campaña de todos los candidatos indican que nada será igual, que se intervendrá positivamente para que el campo produzca más y mejor. Habrá cooperación. Sin embargo la incertidumbre es grande sobre quien convertirá en activas estas políticas. Los mayores interrogantes se dirigen hacia el candidato del gobierno. ¿Lo hará? ¿Lo dejarán? ¿Podrá? La incertidumbre es enorme sobre quién saldrá finalmente ganador, aunque es claro el deseo de que gane algún candidato de la oposición y no del kirchnerismo.

Más allá de las especulaciones, comienza una nueva época y esto es alentador

Juan Carlos Tejada
Sondeo/ Jefferson Davis
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